Solía pensar que el yoga no era realmente lo mío. Veía a esas personas con una flexibilidad increíble, haciendo esas posturas locas que parecían de origami, y yo simplemente me alejaba en silencio con mis músculos tensos y mi espalda baja rígida. ¿Te suena familiar? Si eres como yo —no precisamente flexible y tal vez incluso un poco intimidado por la palabra “yoga”— deberías seguir leyendo esta publicación, puede que te haga cambiar de opinión.
El mito: tienes que ser flexible para hacer yoga
Déjame aclararlo desde ya: no necesitas ser flexible para empezar yoga. De hecho, estar tenso y rígido puede darte una ventaja inesperada. La primera vez que desplegué un mat de yoga (después de buscar en Google “yoga para personas no flexibles”), me di cuenta de que la flexibilidad no era un requisito—era un resultado.
Por qué los músculos tensos pueden ser una ventaja
Aquí tienes buenas noticias: los músculos tensos te dan retroalimentación inmediata. Eso significa que sabes al instante si estás haciendo algo mal—¡o bien! Tu cuerpo habla claramente, y el yoga se convierte en una herramienta de aprendizaje y progreso.
Así es como estar tenso puede ayudarte:
- Mejor conciencia corporal – Podía notar al instante cuando me estaba excediendo.
- Indicadores de progreso claros – ¿Ese momento en el que toqué mis pies por primera vez? Inolvidable.
- Resistencia incorporada – Cada estiramiento se siente como un entrenamiento de fuerza. ¡Punto extra!
Mitos que tuve que desaprender (y tú quizás también)
Mito #1: “No soy lo suficientemente flexible para hacer yoga.”
Para nada. Es como decir que estás demasiado sucio para ducharte. El yoga es cómo te vuelves flexible, no una prueba de cuán elástico ya eres.
Mito #2: “Voy a verme ridículo.”
¡Al principio, lo hice! Pero todos los que empiezan también. El yoga no es una actuación—es una práctica personal. Y sinceramente, a nadie le importa cómo te ves.
Mito #3: “El yoga es demasiado lento para ser un entrenamiento.”
Díselo a mis piernas temblorosas después de mantener la postura del Guerrero II por un rato. El yoga puede ser suave o intenso. Yo empecé con clases lentas, y fueron engañosamente exigentes en el mejor sentido.

Consejos si no eres flexible (todavía)
Esto fue lo que me ayudó a introducirme en el yoga sin rendirme:
Comienza con clases amigables para principiantes:
Busca aquellas etiquetadas como:
- Yoga para principiantes
- Yoga suave
- Yoga para cuerpos rígidos
- Yoga para personas no flexibles
Usa apoyos (y úsalos con orgullo):
- Los bloques de yoga se convirtieron en mis mejores amigos.
- Una correa me ayudó a alcanzar mis pies sin forzarme.
- Un cojín o una manta doblada bajo mis caderas hizo que sentarme fuera mucho más cómodo.
Ten paciencia y celebra los pequeños logros:
¿La primera vez que pude sentarme con las piernas cruzadas sin moverme? Victoria. Cada pequeño progreso cuenta.
El verdadero regalo del yoga (más allá de la flexibilidad)
Lo que más me sorprendió no fue la mejora en mi rango de movimiento—fue lo tranquilo, fuerte y centrado que me sentía después de cada práctica. El yoga se convirtió en mi botón de reinicio. Y con el tiempo, esos músculos tensos comenzaron a soltarse—no porque los forzara, sino porque seguí presentándome.
Si has estado evitando el yoga porque no puedes tocarte los pies o retorcerte como un pretzel, escúchame: los músculos tensos no son una limitación—son tu punto de partida. Y eso es poderoso. La postura más importante es la que haces hoy.
Así que toma un mat, respira profundo y encuéntrate donde estás.
Tu cuerpo te lo agradecerá. Y créeme, desde aquí solo mejora.