Entonces, has empezado a jugar al tenis. Probablemente ya te hayas dado cuenta de que los anuncios que muestran a personas sonrientes golpeando tiros perfectos y sin esfuerzo son engañosos. La realidad se parece mucho más a los clips de los mejores jugadores rompiendo sus raquetas por frustración. Estás empezando a entender por qué: este deporte implica fallar swings, mandar la pelota a la red o lanzarla por encima de la valla del fondo. Y sí, eso genera frustración.
Jugar al tenis sin frustrarse no es lo normal. La ira está casi garantizada, tanto como la alegría que sientes cuando conectas un tiro perfecto. Pero el verdadero tema que quiero explorar hoy es cómo abordar el lado mental del juego. Aprender a controlar tus emociones es una parte fundamental de la curva de aprendizaje. Tendrás días en los que sentirás que has retrocedido. Perderás puntos en golpes que sabes que puedes hacer.
El mayor desafío en tu primer año no es tu revés: es tu cerebro. Tu mente será tu oponente más duro. Si no aprendes a gestionarla, nunca llegarás al punto en el que el deporte se vuelva realmente disfrutable. Peor aún, podrías perder la motivación y abandonarlo por completo.
1. La trampa de las expectativas
La principal fuente de frustración es la brecha entre lo que esperas que ocurra y lo que realmente ocurre. Ves unos minutos de un partido profesional y piensas: “Yo solo tengo que hacer eso.” Este es tu primer error. Estás comparando tu camino de principiante con el resumen de 20 años de experiencia de alguien más.
Tienes que redefinir qué es una “victoria”.
Para un principiante, una “victoria” no es ganar el partido. Una “victoria” es tener un buen peloteo de cinco golpes. Una “victoria” es meter tres primeros saques en la caja. Una “victoria” es reconocer el momento adecuado para subir a la red, incluso si fallas la volea.
Los errores no son fracasos; son datos. Esa pelota que acabas de enterrar en la red no es un reflejo de tu valor como jugador. Es retroalimentación. Te está diciendo que tu punto de contacto fue demasiado bajo, que la cara de tu raqueta estaba demasiado cerrada o que no moviste los pies. Eso es todo. Es un problema técnico que necesita una solución técnica, no emocional.
2. El mito del “último punto”
El tenis es un deporte único. En baloncesto o fútbol, el juego fluye y un error se absorbe instantáneamente en la siguiente jugada. En tenis, fallas un golpe y luego tienes 25 segundos de silencio para quedarte ahí pensando exactamente cómo y por qué fallaste.
Aquí es donde pierden los principiantes. No solo pierden el siguiente punto; todavía están jugando mentalmente el anterior. Hacen una doble falta y siguen pensando en ello mientras el oponente saca… lo que hace que fallen la devolución. Han dejado que un error se convierta en dos o tres.
Debes practicar la memoria a corto plazo. En el momento en que el punto termina, deja de existir.
El famoso tenista Roger Federer lo dijo perfectamente:
“Cuando pierdes cada segundo punto en promedio, aprendes a no obsesionarte con cada tiro. Te enseñas a pensar: ‘Es solo un punto’.” – Roger Federer
Esto también se aplica a los buenos tiros. No pases tiempo felicitándote por ese increíble golpe de derecha paralelo. Ese punto también ha terminado. El marcador vuelve a 0-0 (Love-All) para el siguiente punto. Tu enfoque debe estar implacablemente en el presente.
3. El proceso sobre el resultado
Cuando sientes tensión, casi siempre es porque estás enfocado en el resultado: “Tengo que meter este saque”, o “No puedo fallar este tiro fácil.” Esta presión hace que tus músculos se tensen, tu respiración se vuelva superficial y tu swing se vuelva corto y “empujado”.
Debes cambiar tu enfoque del resultado al proceso.
- Enfoque en el resultado: “No hagas doble falta.”
- Enfoque en el proceso: “Un buen lanzamiento alto. Un brazo relajado.”
- Enfoque en el resultado: “Tengo que ganar este punto.”
- Enfoque en el proceso: “Mira la pelota. Mueve los pies. Split-step.”
Tu único trabajo es ejecutar el proceso que has estado practicando. ¿Te moviste para colocarte bien? ¿Golpeaste con fluidez? Si hiciste esas cosas, has tenido éxito, sin importar dónde cayó la pelota.
Los mejores resultados son un subproducto de un buen proceso. No puedes llegar a ellos obsesionándote con el resultado. Es una paradoja, pero es la más importante del juego.
4. Construye tu “botón de reinicio”
Sentirás ira y frustración. Va a suceder. La clave no es evitar el sentimiento, sino gestionar la reacción. Necesitas un “botón de reinicio” físico para sacarte de la espiral emocional.
¿Has notado lo que hacen los profesionales entre puntos? Ajustan las cuerdas. Botean la pelota un número específico de veces. Se secan con la toalla. No son solo manías; son rituales físicos y practicados para reiniciar la mente.
Encuentra el tuyo. Podría ser:
- Dar la espalda a tu oponente.
- Caminar hacia la valla del fondo.
- Tomar una respiración lenta y deliberada—inhala por la nariz, exhala por la boca.
- Mover los dedos de los pies dentro de los zapatos para traer tu atención de vuelta al cuerpo.
Haz exactamente lo mismo después de cada punto, bueno o malo. Este ritual crea una hoja mental en blanco. Es tu señal para tu cerebro de que el punto anterior ha terminado y es hora de enfocarse en el siguiente.
Tu mente es una herramienta. Ahora mismo, probablemente esté trabajando en tu contra. Al bajar tus expectativas, enfocarte en el presente y construir un proceso sólido, puedes empezar a hacer que trabaje para ti.
